MASTERS OF ROCK EN ARGENTINA: “El fin de la nostalgia”

 

Fecha: 28 de Abril | Hora: 13:00 hs. | Lugar: Parque de la Ciudad | Banda invitada: HORCAS

 

Seguramente las dificultades para armar un festival como el MASTERS OF ROCK deben haber sido muchas. Algunas obvias (el trabajo de logística que implica mover bandas y crew que participaron del festival) y algunas no tanto, relacionadas con el lugar elegido para hacer el evento, en este caso el Parque de la Ciudad que tenía como antecedente más directo el Monsters Of Rock del 2015 con OZZY OSBOURNE, JUDAS PRIEST y MOTORHEAD como protagonistas. Esta vez, un raro día de 27 grados en otoño, mostró las falencias de un lugar poco preparado para recibir y cobijar, en el más amplio sentido de la palabra, a una convocatoria de por sí multitudinaria. Un raro sistema par consumir comidas y bebidas que incluía adquirir una tarjeta, cargarle saldo y luego hacer una larga cola para comprar lo deseado, dio cuenta que esa cuestión no estuvo bien pensada. Si a eso le sumamos que el acceso al “beer garden”, una especie de patio cervecero siempre estuvo abarrotado de gente (a pesar que desde ese lugar no se podía ver demasiado lo que sucedía en el escenario); el resultado es que quien quería tomar o comer algo debía estar dispuesto a esperar largos minutos, algo que en un principio no era un problema a la hora de ir al baño pero que a lo largo del día se fue complejizando.

El campo trasero, la ubicación que nos fue destinada como prensa, estuvo lejos de ser la ideal. Más allá de que quien escribe no tiene problemas en ocupar cualquier tipo de ubicación avisada con anticipación, resultó sorpresivo encontrarse el mismo día del show con que no había ningún espacio particular para hacer nuestro trabajo como cronista (lógicamente los fotógrafos si lo tuvieron con algunas dificultades propias del espacio también). Seguramente, una decisión apresurada de la producción, obligó a quién escribe a tratar de hacer su trabajo en condiciones muy lejanas a las esperables. A lo detallado en los primeros párrafos, se le sumó el calor de un mediodía a pleno sol y las dificultades sonoras de un show pensado fundamentalmente para que funcionara de manera correctamente hasta el límite que dividía el Campo VIP del campo trasero. En este sentido, el viento y otras cuestiones particulares conspiraron para que el sonido y la visual (había solo pantallas en el escenario) fueran las óptimas para hacer un buen trabajo. Para pensarlo.

AVANTASIA: Dos batallas ganadas

Luego de que HORCAS hiciera un set corto pero potente en el que pasaron canciones como “Esperanza”, “Vencer” y “Fuego” para terminar con una versión hiper rápida de “Solución Suicida”, a las 14:30 hs. AVANTASIA subió al escenario, con un público que al menos en el campo trasero pugnaba por encontrar algún espacio de sombra para evitar el impacto de los rayos del sol. Al igual que en el show que la banda dio el día anterior en el Teatro Gran Rivadavia, el súper grupo fue capaz de mostrar con una increíble soltura sus virtudes. Con un comienzo calcado los dos días (“Twisted Mind” y “Reach Out for the Light”), la mayor diferencia vino por el lado de la cuestión sonora. Mientras en el Teatro, “Twisted…” sufrió un problema sonoro que inutilizó una de las guitarras, el bajo y los teclados; al aire libre el comienzo tuvo un inicio aceptable. Para el segundo tema, con la presencia de Ralph Scheepers, tanto en un lado como en el otro la cuestión sonora se acomodó. Mientras en el Teatro encontró un sonido cristalino pero demasiado fuerte (hacía casi imprescindible usar tapones para los oídos), en el Parque de la Ciudad, la potencia fue aceptable, teniendo en cuenta la impronta powermetalera de la canción.

Sin lugar a dudas la gran virtud de AVANTASIA es la capacidad de Tobias Sammet de ser un director de orquesta de una ópera que dirige sin ningún tipo de imposición, entonces tanto como en su versión más corta (en el MASTERS la duración fue de una hora) como en su versión más extendida (en el Teatro la duración fue de más de dos horas), el resultado es un show de metal, hard rock y AOR con un nivel de variedad e intensidad poco frecuentes hoy en día.

Más allá de que la banda mostró una formación extensa (dos guitarras, bajo,  batería, teclados, dos coristas femeninas y uno masculino que en ocasiones cumplieron la función de voces principales); la gran virtud de la propuesta fue la de mostrar sin problemas la versatilidad sonora que propusieron cada uno de los invitados. De esta manera,  Eric Martin aportó su voz hard rockera para “Dying for an Angel”, al igual que el legendario Bob Catley le dio su melancolía épica a “The Story Ain’t Over”. Ronnie Atkins, mostró la faceta más pesada y agresiva en una gran versión de “The Scarecrow”, mientras que las dos coristas (Adrienne Cowan y Chiara Tricarico) lograron dos hermosas e intensas versiones de “Farewell” y “Lost in Space”. En cada momento Tobias Sammet mostró su locuacidad (obviamente en menor medida el viernes por cuestiones de tiempo) y un manejo del escenario envidiable; que seguramente haya sorprendido a más de uno de los que fue temprano con la curiosidad de conocerlos.

Tanto en un día como en el otro el medley “Sign of the Cross / The Seven Angels” fueron en cierre para dos shows que mostraron toda la potencia de un proyecto que con los años ha logrado una potencia asombrosa. La sensación es que jamás fallan. Bien por ellos.

 

HELLOWEEN: Calabazas deslucidas

Desde el 2017 para acá es la cuarta vez que HELLOWEEN visita a la argentina, con su autodenominado tour “Pumpkins United” que incluye a los miembros más relevantes que pasaron alguna vez por el grupo totalizando ¡14! visitas a nuestro país. Con el antecedente de proponer un show con una duración de más de dos horas en las últimas presentaciones que coincidieron en el Luna Park como sede, la principal incógnita tenía que ver con la manera en que los alemanes recortarían su repertorio para hacer un show con una duración aproximada de una hora. Como era previsible, la decisión entonces vino por el lado de elegir los clásicos y darle protagonismo a los tres vocalistas (Andi Deris, Michael Kiske y Kai Hansen) algo que desde afuera parecía apropiado, si no fuera porque a diferencia de lo sucedido en el inicio del festival, el sonido jugó una mala pasada.

En este contexto, más allá de que “Dr. Stein”, “Eagle Fly Free ” y “Power “ son tres bombas para arrancar un show y que permitieron confirmar nuevamente la buena onda entre Deris y Kiske, fue casi imposible disfrutarlas con un sonido de guitarra que se perdió casi en su totalidad por la intervención del viento. Si a esto le sumamos que para el medley entre “Ride the Sky y Heavy Metal (Is the Law)” Kai Hansen, mostró algunas deficiencias vocales (junto con el sonido de guitarra sin aparecer), el resultado estuvo lejos de lo esperado para una banda que a esta altura está para otra cosa a nivel sonido y propuesta.

A pesar de que en la segunda parte del show la cadencia de canciones comoForever and One (Neverland)” y “If I Could Fly”, estabilizaron la cuestión sonora; “I want Out” con las guitarras perdiéndose otra vez en la mejor parte del solo, dejó la sensación de que el paso de HELLOWEEN por el festival, estuvo lejos de las últimas presentaciones principalmente porque el sonido conspiró para que esto sucediera. Una lástima.

 

DEEP PURPLE: El oficio de la historia

Contra todos los pronósticos, el comienzo del atardecer le dio a DEEP PURPLE un colorido marco para un set basado en clásicos e incluyendo alguna que otra canción poco frecuente en los shows de los ingleses. Más allá de que el inicio con “Highway Star” y  “Pictures of Home” haya resultado un trabajo bastante exigido para un Ian Gillan bastante avejentado desde lo físico y lo vocal (hace pocos meses perdió a su esposa), “Lazy” y en especial When a Blind Man Cries” fueron los momentos donde la  formación denominada  Mark IX  (además de Gillan, Ian Paice en batería, Roger Glover en bajo, Don Airey en teclados, junto a Simon McBride en guitarras quien reemplazó a Steve Morse) mostró la raíz blusera y psicodélica del grupo en su máxima expresión. Durante esas dos canciones y en especial sostenidos en el trabajo de McBride (mucho más parecido a Ritchie Blackmore en su sonido y en su forma de tocar) el grupo fue capaz de encontrar una calidez y una expansión sonora que ninguno de los grupos logró en toda la noche; sostenida en la improvisación de cada instrumento en pos de que Gillan brille con una interpretación vocal acorde a sus posibilidades, dando a su vez,  la pauta de que si la banda elige ir por esos caminos podría hacer brillar sus capacidades. 

En este contexto, con un buen sonido canciones como la sorpresiva “Anya” (de “The Battles Rage On), algunas nuevas como la sentimentalUncommon man” (de la última etapa y dedicada a John Lord), convivieron con buenas versiones de “Smoke On The Water”, “Black Night” y “Space Truckin” entre otras. Un buen solo de teclado de Don Airey (con fragmentos de “Adios Nonino” y “Mr Crowley”) sumado a un solo de bajo de Roger Glover que podría no haber estado, fueron otros de los momentos que sirvieron para confirmar el status de clásico que poseen los Purple. Emoción al despedirlos, sin la certeza de verlos de nuevo. La mirada al cielo de Gillan luego de When a blind man… seguramente será una imagen para guardar de ellos. Veremos qué sucede.

 

SCORPIONS y KISS: El peso de la historia

Los alemanes de SCORPIONS, vienen anunciado su despedida desde el 2010, donde visitaron la Argentina para un show en el Luna Park. No solo no se despidieron, sino que incorporaron al ex MOTÖRHEAD,  Mikkey Dee en batería y lanzaron dos discos, “Return to Foreveren 2015 yRock Believeren 2022 dando la pauta que al menos por ahora no quieren terminar su historia.

Una de las características que define a los alemanes, sin lugar a dudas, es el despliegue físico que tienen sus integrantes a pesar de la edad (a excepción del ya mencionado Dee y del bajista Paweł Mąciwoda todos superan largamente los sesenta años); algo que en esta presentación se pudo observar a medias con la sensación de que los años han impactado en la realidad de los germanos que empezaron su carrera a finales de los sesenta. Si bien la dupla de guitarras de Matthias Jabs y Rudolf Schenker sigue siendo solvente, porque su entendimiento es perfecto (“Gas Tank” del último disco junto a clásicos como “The Zoo”, “Blackout” o “Big City Nights” dan cuenta de esto sostenidas en la pesadez que la dupla Dee – Maciwoda suma a las canciones). Uno de los puntos flojos esta vez pasó por el notorio deterioro de la capacidad física y vocal de Klaus Meine. Con dificultades para encarar los momentos más rápidos y rockeros (y con un sonido que por momentos opacó a las guitarras que buscaron protegerlo a lo largo del show), fue evidente el contraste entre su figura estática y la de sus compañeros yendo de un lado a otro como si fueran una banda de glam metal a comienzos de los ochentas.

Entendiendo esto, quedó claro como el grupo optó luego de “Bad Boys Running Wild” (algo deslucida por la baja potencia vocal) encarar un segmento que favoreciera el descanso del cantante. Así pasó la instrumental “Delicate Dance”, que con el efecto del viento que llevaba el sonido de un lado a otro quedó desdibujada y luego las baladas clásicas “Send Me an Angel” y “Wind of Change” con un buen desempeño de Meine, pero en especial esta última con una innecesaria bajada de línea política en favor de Ucrania. El cierre con “Still Loving You” (antes había pasado entre otras “Rock Believer” del último disco) y Rock You Like a Hurricane con el mismo problema que la mayoría de las canciones en las voces y en las guitarras, cerraron un show aceptable pero que estuvo lejos de la mejor versión de SCORPIONS. El tiempo pasa para todos.

 

KISS: La coreografía perfecta

Una de las características que tiene un show de KISS es que si alguien vio a la banda en vivo, sabe qué esperar en cada una de sus presentaciones.  En este sentido casi no hubo cambios entre el set presentado por el grupo el año pasado y este (“Makin Love” reemplazó a “Tears are Falling” en lo que fue una buena decisión porque sigue siendo chocante ver a la banda tocar canciones de los ochentas pintados). La pregunta entonces es ¿Para que ir a un show de KISS?  La respuesta pasa principalmente porque KISS es una banda que cuando se ocupa de tocar las canciones logra un nivel interesante y porque más allá del visible cansancio (¿y desgano?) de Gene Simmons;  el tridente Paul Stanley, Tommy Thayer y Eric Singer responde según los parámetros esperados de ejecución y despliegue, más allá de que quien ve el show pueda intuir que va a pasar en cada instante con una coreografía casi pensada a la perfección algo que se observó en lo que fue anunciado como el último show de la banda en argentina.

Con un sonido que otra vez afectó las guitarras (en especial la de Paul Stanley lo que hizo que la banda sonara por momentos falta de fuerza), sería injusto decir que un show con buenas versiones de “Detroit Rock City”, “Heaven’s on Fire” ,  “Lick it Up” o “Psycho Circus” haya mostrado una mala versión de esta despedida de los estadounidenses. Tal vez, la mayor falencia pasó por la falta de sorpresa y en especial por la permanente insistencia entre todos los temas (casi en todos) de Paul Stanley por saludar a la gente y generar su interacción cortando la posibilidad de que la banda pudiera rockear de manera sostenida a lo largo de varios minutos del show. El cierre acostumbrado con “Rock and Roll All Nite”, sirvió además de clausura de un festival que dejó en claro que estamos viendo los últimos momentos de varias de las bandas que fueron clásicas para varias generaciones y ayudaron a moldear todo un movimiento que hoy ya es una cultura. A despedirse y buscar nuevos horizontes. Depende de nosotros.

 

Entre el Pit y el VIP

Los fotógrafos solemos gozar del privilegio (en ocasiones) de poder presenciar el show un pasito más allá de la valla, en ese espacio que se nos reserva entre el escenario y el público para que podamos realizar nuestro trabajo y conseguir algunas imágenes que de otra manera sería imposible conseguir. Desde allí las cosas suelen percibirse de manera bastante diferente aunque no siempre mejor; el “efecto stereo” tan cerca del escenario suele no percibirse pero de la misma manera, no suelen diferenciarse tampoco las diferencias de volumen entre los instrumentos respecto de otras ubicaciones. Por otro lado, a diferencia de la situación de los periodistas, en esta ocasión también contamos con una carpa de prensa ubicada detrás del escenario, donde podíamos resguardarnos del sol intenso de un atípico día de otoño y, además, contábamos con acceso al campo VIP para poder ver los shows luego de realizar nuestro trabajo durante los primeros tres temas de cada banda.

Teniendo esto en cuenta, la vivencia de la tarde difirió un poco de lo vivido desde el campo trasero. En dos cosas coincidimos plenamente AVANTASIA y DEEP PURPLE fueron las bandas que mejor sonaron. Los primeros mostrando por sexta vez en nuestro país cómo un ambicioso proyecto puede llevarse a cabo y convertirse en uno de los referentes de un género hoy en día. Con un sonido realmente balanceado y acertado (a diferencia del día anterior en el teatro, como ya se mencionó), Tobias Sammet y los suyos desplegaron la alfombra para que el resto hiciese lo suyo con comodidad. En cuanto a los veteranos de Purple,  la cosa no pasó solamente por un sonido impoluto y cadencioso, sino también por el peso de la experiencia y la trayectoria. El tiempo pasa para todos, pero quienes saben aprovecharlo realmente gozan de un privilegio único. DEEP PURPLE (Al igual que meses atrás lo hizo DEF LEPPARD) dió una clase magistral no solo de rock sino de cómo debe tocar y sonar en vivo una banda que se jacte de ser referente de dicho género. Me saco el sombrero antes estos gigantes y deseo que muchos de los músicos de hoy puedan escuchar a músicos como estos del ayer para recuperar esa pureza y magia que, en ocasiones, siento se ha perdido. En cuanto a los teutones de HELLOWEEN no se puede negar que el set es siempre acertado y, para quienes los seguimos desde hace tanto tiempo, es difícil no disfrutarlos aunque el sonido no sea el esperado. Debo reconocer que desde el vip no se notaron las diferencias entre las guitarras pero sí un poco en materia vocal. Kiske y Deris son enormes y esto quedó muy claro en el momento en que hicieron el duo casi “a capella” en “Forever and one (neverland)” pero Hansen no sonó como debería. Sin embargo, un set tan corto evidentemente no beneficia a una banda que cuando se presenta en solitario, es una aplanadora por donde se lo mire. Para el final lo más esperado y, a la vez, polémico de toda la jornada. SCORPIONS, para mí una banda subvalorada en el ambiente, mostró un contraste muy marcado entre sus integrantes. Mientras guitarras y bajo desplegaron un nivel de energía y movimiento envidiable para la edad, su cantante, Klaus Meine, no pudo acompañarlos; ni desde lo físico ni desde lo vocal. Con esto no digo que haya cantado mal, en absoluto, pero sí que los años le han jugado en contra y que ya no puede sostener ciertas notas, vibratos o falsetes aun cuando las composiciones han sido adaptadas a los tiempos actuales. No obstante, la performance de la banda fue envidiable y el sonido general fue excelente, no evidenciándose la pérdida del mismo por acción del viento como sucedió en el campo trasero. Algo a destacar, fue la decisión acertada de jugarse por un setlist más orientado a sus composiciones actuales que al pasado que los consagró. Para lo último, el plato fuerte (¿?), KISS. Los estadounidenses que anunciaron su gira anterior como su despedida y que ahora volvían a presentarse en nuestro país  para despedirse nuevamente. Difícilmente un show de KISS pueda ser malo pero a veces me pregunto ¿y si le sacamos la pirotecnia, el maquillaje y los vestuarios? ¿Que pasaría? Esa fue la sensación que me quedó, la de una banda que ya no disfruta de lo que hace sino que lo hace por “trabajo” (por no decir “negocio”). No me malinterpreten, me encanta KISS, los he visto varias veces y siempre los disfruté, incluso ahora, pero me dió la sensación que este último show fue menos sentido que otros. Aquí sí, coincido, aun desde el campo VIP, el sonido de las guitarras (la de Paul Stanley principalmente) no fue el adecuado y se notó la ausencia en la potencia de las bases dando, por momentos, la sensación de flojera en una banda que siempre fue intensa y fuerte. Quizás el hecho de haberlos visto el año pasado con el mismo set y una presentación en solitario sin el cansancio de toda una jornada de calor y trabajo encima, me haya influenciado para disfrutar menos de esta última presentación. De todas formas, KISS se retira victorioso de los escenarios dejando un legado por demás extenso para varias generaciones venideras. Repito las palabras de mi compañero, para muchos de nosotros esta llegando el momento de despedir a los grandes que han forjado lo que hoy para nosotros es una cultura, un estilo de vida. Mis respetos y agradecimientos eternos a todos ellos. Apostemos ahora porque los que vienen puedan honrar y continuar el legado heredado.

 

Texto: Carlos Noro y Estanislao Aimar
Fotos: Estanislao Aimar
Agradecemos a Nillo Barona vía Ake Music por la acreditación al evento.

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