SAXON EN VIVO EN ARGENTINA: “Historia, fuego y pasión”

Embarcarse en una nueva cobertura siempre es un mar de sensaciones, sentimientos encontrados y momentos únicos e irrepetibles, que quedan grabados en el corazón por siempre. Si tuviese que hablar de mi caso en particular, el éter de la mente los trae días después con una claridad que ni quien escribe entiende, cada momento con la emoción recargada, cual golpe en el corazón. Es como si cada instante transcurrido en esas horas fuese procesado de alguna manera y sacado de aquel letargo trayendo esa emoción en el momento menos pensado. En esta ocasión tenía una misión dentro de un marco muy especial. No todos los días uno tiene la posibilidad de estar en presencia de eminencias, leyendas vivas, historias caminantes dentro del ambiente del rock. Estas leyendas son de alguna manera los mentores, los creadores, los que pusieron el cuerpo para que hoy todo sea tal cual es y, desde ya, nadie estaría dispuesto a perdérselo. Y ustedes dirán, nadie tiene la verdad absoluta, y bajo análisis todo es posible, motivo por el cual, a continuación, les contare lo que sentí, y de qué manera viví esta gran velada.

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Si aún no estás en sintonía porque no te lo aclare, te cuento, SAXON llegaba a la Argentina en el marco de un Tour llamado “Playing Greats Hits In Latin America”.  El 9 de marzo sería la fecha y el lugar El Teatrito, un sitio que está en boga en este momento, siendo cuna de bandas internacionales, como así también un interesante espacio para pujantes propuestas nacionales. Al llegar al lugar, en las afueras, el SOLD OUT era inminente; la fila, con gran cantidad de público presente, hablaba de la expectativa. Las puertas se dieron de forma puntual, para dar espacio al ingreso de los fanáticos. Al ingresar al lugar, costaba, y ya siendo temprano, poder moverse con soltura, y el calor del rock comenzaba a dar ese vapor que caldeaba el asunto, y alguna gota de sudor, esperaba con ansias algo con lo que distraerse. Fue así que pasadas las 20:20 hs PATAN daba el puntapié inicial, con lo que fue un Set Acústico, pero con todo el Rock y la actitud posible. RENZO FAVARO, por su parte, demostró ser un gran Frontman, quien no pudo con su genio y, dejando la posición cómoda con la que contaban sus compañeros, se paró de su asiento para pasearse por aquel pequeño espacio, comunicándose con el público y agitando todo lo posible, con una gran respuesta de la audiencia presente. Si bien no tengo tan escuchada la obra de la banda, las versiones acústicas, fueron poderosas, rockeras, y la actitud de los músicos completamente acorde y segura. Renzo es un vocalista muy particular, con una voz diferente, especial, que te invita a descubrirla todo el tiempo. Cuenta con un gran manejo de su registro, y con una hermosa versatilidad que te hace esperar un poco más a ver qué es lo que pasa. En algún parate, nos comentaba que su disco PATAN VI ya se encontraba listo, motivo por el cual, después de haberlos visto pelar tanto con tan poco, me daré el tiempo para disfrutar y porque no, hacer algún comentario a futuro. En síntesis un corto pero disfrutable set, que enorgullece una vez más a la escena local.

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Llegadas las 21hs, literalmente, y como hace mucho tiempo no me pasaba, no me podía mover; a tal punto que ni siquiera podía mover mis brazos para rascarme la nariz. El público estaba ansioso, y al mirar hacia los costados más cercanos, me encontré con una audiencia variopinta, en lo que a edades respecta. Desde algún adolescente acompañado por su padre, hasta personas que rosarían los 60 años. Aún más quedaba claro que este era un evento que pocos amantes del Rock duro quisieran perderse. Algunos minutos después y, como quien no quiere avisar nada, comenzaba a sonar a todo volumen, imponiéndose como protagonista de la noche It’s a Long Way to the Top (If You Wanna Rock ‘n’ Roll) de AC DC. Que, para mi sorpresa, se trató del antesala para que cada uno de los músicos se trasladaran por los pequeños espacios que aquel escenario les dejaba, para luego colocarse en sus respectivos lugares. Con todos ya en ubicados aquel Rock and Roll, daba paso a Olympus Rising introducción de Thunderbolt, último trabajo de estudio de la banda editado en 2018. Y seguido de esta la canción que da nombre al álbum. Literalmente, el Teatrito se vino abajo, la gente explotó, todos fueron hacia adelante en un único y masivo movimiento. Las manos de todos los presentes se alzaban hacia arriba y los celulares no dejaban divisar algunas situaciones. Nadie quería perder un segundo, y muchos capturar todo, para poder tener aquel recuerdo y quizás decirles a los más chicos, yo estuve ahí. Arriba del escenario, lo que se veía era increíble, leyendas vivas, ahí, frente a nuestros ojos, haciendo lo que mejor saben hacer. Verlo a BIFF BYFORD fue algo superlativo, de sobretodo de cuero y actitud de caballero allí arriba, me hizo sentir orgulloso hasta a mí mismo por haber ido. El hombre, con sus 68 años, y tantas vueltas alrededor del mundo, tenía su voz intacta, perfecta, aguerrida, y con el rock que estaba, particularmente yo, esperando escuchar.  Thunderbolt   fue atenta al disco, impecable, sin caladas, sin falta de fuerza. Descollante. El tiempo no había pasado para este vocalista, y por lejos es uno de los que más me ha sorprendido en lo que al vivo respecta. No solo por su voz, sino por el porte arriba del escenario que, con movimientos lentos y caballerescos, no dejaba lugar a perderte nada, un ejemplo para muchos, una aplanadora para otros, un histórico sin lugar a dudas. Pegado y sin mediar espacio, Sacrifice, canción del nuevo milenio perteneciente al disco homónimo del 2013. Y allí me detuve en PAUL QUINN, el otro miembro fundador. Un músico particular, también de 68 años, que permaneció casi estático del lado izquierdo del escenario, destilando cada solo, emanando experiencia y seguridad. Concentrado en su instrumento y, en pocas ocasiones, acercándose hacia sus compañeros. Un dedicado sin lugar a dudas, un guitarrista de aquella vieja escuela que cuando uno mira con detenimiento se da cuenta que hay mucho más de lo que uno puede percibir allí. Es que claro, más de 40 años de ruta hacen eco en cada nota y dan cuenta de ese sonido tan logrado. Y si de sonido hablamos, este fue impecable durante las 2 horas de show. Todo en su lugar, todo bien ajustado, pudiendo así disfrutar bien de aquella claridad que el estilo de la banda amerita; más aún al momento de los clásicos, como Wheels of Steel, con el que nuevamente una bomba se detonó entre el público. Nadie se privó de cantar ni de, por qué no, abrazar a quien tenía a su lado alzando el puño en reverencia a la banda. Incluso para quien escribe fue muy especial, de pronto sentí realmente la magnitud de lo que estaba ocurriendo, y si algún viaje me gusta hacer en medio de todo esto, casi inconscientemente, es ir hacia aquellos lugares en donde no estuve, como si de reconocimiento se tratara.  Es como aquello de ver una y mil veces las cosas para caer en cuentas. Y así fue durante toda la velada, el escuchar Rainbow Theme de aquel primer disco homónimo de los años 70, o incluso la bella Broken Heroes  de  InnocenceIs No Excuse (1985), serán momentos que quedaran grabados en mis experiencias de aquí en más y por siempre. Fue mágico estar allí presente y poder ser parte de aquello.

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La noche transcurría y, como les decía al principio, todo sonaba a la perfección y las ejecuciones eran de otro planeta, y todo sostenido por una sustentable, valga la redundancia, base. Ahí fue cuando caí en cuentas rápidamente, de uno de los eslabones fundamentales de esa base, NIGEL GLOCKLER. El baterista, de nada más y nada menos que 66 años, descolló con su performance. Todo a pura muñeca, todo a puro feel.  Impresionante, cada arreglo, cada situación. Daba gusto verlo, sin que se le cayera una gota de transpiración. Manejando el doble bombo como una cabalgata épica y haciendo arreglos con los platos por doquier.  Incluso vi a varios de los presentes haciendo la mímica de batería acompañando las canciones. Y es que esto fue digno de apreciar, un sexagenario con la energía completamente cargada, sosteniendo en bloque a sus compañeros y dando un show que supera ampliamente la dignidad, una maquina repleta de experiencia. La noche continuaba a pura ovación y la lista parecía interminable; la gente pedía más y la banda les daba más. Un show sin freno. A tal punto esto que, el más joven de la banda, el bajista NIBBS CARTER con sus 52 años, agitó su cabeza con cada interpretación de tal manera que llegué a preguntarme como haría el siguiente show. Y es que este se mostró con gran pasión durante toda la velada, sonriendo, cantando y conectando con el público todo el tiempo, emanando una sensación de felicidad que pocas veces vi en músicos de esta índole arriba de un escenario. Nos acercábamos al final y, ya casi rozando las 2 horas de show, se retiraban todos los músicos del escenario. Luego de pocos minutos se posicionaron nuevamente, y nos regalaron un doblete para el recuerdo, para terminar de redondear una noche para guardar en el disco rígido de la memoria.  Heavy Metal thunder del disco Strong Arm of the Law y Princess of the Night del Denim and Leather serian las encargadas de poner el punto final a una fecha histórica para todos los presentes. Una fecha redonda a nivel producción con un fantástico SOLD OUT y una demostración más para todos aquellos estilos, que alguna vez osaron decir, que el Heavy Metal era una moda o que el mismo estaba muerto.

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Texto: Diego Villares

Fotos: Martín Darksoul (cortesía Icarus Music)

Agradecemos a Icarus Music por la acreditación al evento.

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